Los jainíes no
creen en un único dios ni rezan a los dioses para que les ayuden. En su lugar,
confían en guías espirituales o jinas, que les entrenan en los principios
básicos de la doctrina: ascetismo, meditación y autodisciplina.
Un concepto
esencial en esta religión es el de karma. Para los jainíes se compone de
finas partículas que se adhieren al alma, modelándola de forma gradual y
aportándole un peso que la ata a la tierra. Todas las acciones, sean buenas o
no, producen cierta materia kármica que se adhiere al alma, pero las malas
acciones producen un karma más pesado, del que es más difícil
liberarse. La liberación de la rueda de renacimientos tiene lugar en dos
planos.
Al abandonar la
acción, es posible prevenir la aparición de un nuevo karma, y mediante la
penitencia, centrada en la vida de austeridad, es posible alejar
el karma ya adquirido. Por eso, la no violencia absoluta y la muerte
voluntaria de hambre eran rasgos de la vida del fundador Mahavira y de otros
santos jainíes.
RITUALES Y FESTIVALES.
·
El Samayik, la práctica de la
meditación, son actos rituales que se suelen realizar temprano por la mañana, y
a veces también al mediodía y a la noche.
El Samayik dura cuarenta y ocho minutos.
Son también actos rituales la recitación de plegarias.
Se ofrecen homenajes ante las estatuas de los Jinas, inclinándose ante ellas, y
encendiendo una lámpara. Esta es una manera ideal de comenzar el día para muchos
jainas.
El sistema y su historia.
Sobre tales bases, en el siglo sexto a. C., en la parte central septentrional
de la India, Vardhamana, tras 12 años de ascetismo, impuso su sistema. Su
estatus social como un kshatriya le abrió los oídos de los ricos, mientras que
su realización de los votos ascéticos y la santidad así obtenida le ganaron la
reverencia de los estratos más bajos de la población. Estableció el énfasis
usual de los brahmanes sobre el mal en la materia y el valor de la vida
ascética como medios de eludirla. Los antiguos votos fueron hechos más rígidos,
quedando formulada una teología con su cielo e infierno y nirvana. El sistema
rompió con el brahmanismo al hacer sus beneficios extensivos a todas las castas
e incluso más allá, aunque se afirmaba que todos los Jinas precedentes (23 en
número) eran de la casta guerrera. Sus ascetas fueron llamados Nirgrantha,
"libres de ataduras", yatis, "ascetas" o sadhus
"santos." Ya que no todos podían seguir el modelo ascético, se hizo
provisión para la comunidad laica. Los miembros prometen obediencia al Jina, a
la ley y al maestro; por la mañana temprano adoran en el hogar y en el templo
la imagen de los Jina, leen y recitan las escrituras, cantan himnos y luego en
diferentes tiempos del día practican sus devociones. Tras ocho reencarnaciones
se les promete el nirvana. Para el monje se prescribe una rutina más rigurosa y
se le promete una liberación más rápida. Durante los restantes ocho meses,
toman el cayado y deambulan descalzos y rapados; no pueden dormir en una cama
ni tomar ningún medio de transporte, teniendo como únicas posesiones su ropa,
cuenco, escoba y libros sagrados, aunque de hecho no los reconocen como suyos
propios.
¿SABÍAS QUÉ?
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Los jainistas no pueden tocar
metal ni bañarse salvo en el agua que ha sido previamente usada por otro puesto
que así el agua no tiene ningún ser vivo?